River empató 2 a 2 en San Pablo.
Los casi 180 días de inactividad futbolística amenazaban, a priori, con dejar evidenciadas diferencias en el rendimiento físico entre los equipos argentinos y sus rivales la vuelta de la Copa Libertadores.
Podía ocurrir y parecía lógico, pero la realidad demostró otra cosa, al menos en las presentaciones del Boca de Miguel Ángel Russo, del Defensa y Justicia de Hernán Crespo y del River del «Muñeco» Marcelo Gallardo.
Es cierto, los buenos resultados obtenidos por estos tres equipos argentinos en la semana no alcanzan para subestimar el argumento de que esas «ventajas físicas» pudieran ser aprovechadas por rivales con un tiempo mayor «rodaje» antes de jugar.
Pero, al mismo tiempo, aparece como irrefutable a la luz de las performances que, cuando un equipo guarda en su disco rígido la memoria de una idea de juego, de un sistema propio y de que lo que busca hacer dentro del campo, es difícil superarlo. Aunque su rival aguante y pueda correr un rato más.
No se gana sólo corriendo. Lo demostraron, y de visitantes, tanto River como Boca ante adversarios que, en teoría, se volvían «fuertes» de locales por la localía misma, aunque sin su público en las tribunas por la prohibición obligada por la Covid-19.
Un doblete de Salvio le dio la victoria a Boca en Paraguay.
Sin embargo, esa «ventaja física» que podían exhibir San Pablo y Libertad no logró pesar sobre la jerarquía individual y de conjunto que mostraron, en esta vuelta, los dos clubes más grandes de la Argentina, algo que deberán ratificar en próximos partidos.
¿Esto da pie para decir que se «quemaron los papeles» de las ventajas físicas de unos sobre otros? La respuesta es no, claramente.
Pero también es cierto que desde que el fútbol se inventó, la respuesta la dieron, la dan y la seguirán dando los jugadores, actores principales del juego con su calidad.
Y, si a esa jerarquía individual se le suma la memoria y la convicción de una idea de juego, es posible que el resultado final se acerque más a la victoria. Porque todo está guardado en la memoria, dijo y cantó León Gieco. En el fútbol también.