@RFilighera
En la intimidad de su casa, a pocas horas de haber obtenido uno de sus premios más importantes, David Lebón compartió con nosotros los momentos fundamentales de su trayectoria y analizó el rol social de la música.
-¿Qué sensaciones te ha dejado la obtención del Gardel de Oro?
-Una sensación de felicidad por mí y por todo el equipo, la sensación de que la paciencia tiene su premio, y que me llega en un momento en que lo puedo disfrutar con plenitud.
-¿Cómo podrías definir tu actual etapa musical?
-Es una etapa de reencuentro con toda mi esencia, con lo que soy y lo que siempre fui.
-¿Cuáles han sido aquellos episodios que marcaron tu carrera?
-Muchos, pero si tengo que mencionar uno de los más significativos, fue descubrir a los Beatles.
-¿Qué diferencias encontrás en el contexto que vivieron los músicos de tu generación con el que tienen los jóvenes hoy?
-Más que un cuadro de situación, es un cuadro de evolución; la música continúa a través del tiempo y hoy en día hay jóvenes que se manifiestan en diversos estilos, cada uno con lo que se siente identificado o inspirado. Mi generación pudo a través del rock, en este caso, irrumpir con letras en español y contar a través de sus letras sobre lo que pensábamos y nos preocupaba.
-¿La música puede desactivar prejuicios culturales tal como lo intentó Daniel Barenboim al integrar judíos y palestinos en su agrupación?
-La música siempre va a estar más allá de cualquier prejuicio, para quienes entiendan la música como un vehículo o una herramienta donde se pueden transmitir emociones.
Confesiones a la histórica revista Pelo
“Mi madre era china y también fue espía”
En la revista Pelo, febrero de 1988, David Lebón daba cuenta de un episodio personal y que por sus características impensadas y misteriosas, al mejor estilo de las películas de la época dorada de Hollywood, nos metía de lleno en un relato de particular aventura e impacto. “Mi vieja es china. No china con los ojos así. Nació en China”, reseñaba el artista, dándole al relato un interés de particular atractivo. “Sus abuelos eran rusos, habían llegado a China escapando de la revolución bolchevique y mi madre, Alexandra, había nacido accidentalmente”.
Según contaba Lebón, con lujo de detalles, antes de casarse con Manolo, su madre “se fue a Londres y se enamoró de un piloto inglés. El mismo día que se casaron, el tipo se fue a hacer un vuelo de reconocimiento y lo bajaron”. Eran tiempos de la Segunda Guerra Mundial y, a partir de ese momento, Alexandra “se hizo aliada como paracaidista y fue espía en esa contienda”, continuó ante la sorpresa de Nora Fisch, la periodista que estuvo a cargo de la entrevista.
“En el último salto que iba a dar, cayó justo en medio de un campo de concentración. La agarraron, la torturaron, le hicieron de todo. Entonces, para no pasar frío (era invierno, nevaba) ni hambre, mi vieja, acostumbrada a eso, le daba un par de besos a un tipo, de bronca, de resentida y a cambio le daban heroína para pasar el frío. A todo esto, los que estaban encerrados le decían que era una vendida. Y mi vieja se cagaba de risa de los nazis y de los demás: hacía la suya. Cuando a los pocos meses vinieron los aliados, mi vieja agarró un revolver y mató a los tres o cuatro que la habían torturado”, narró con particular énfasis.