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Verónica Ojeda: El amor de las idas y vueltas

 Verónica Ojeda y Diego Maradona.

Diego Maradona venía de un escandaloso divorcio con Claudia Villafañe. Se le conocían “amores temporales” pero nada formal. Un Diego que salía de fiesta con sus amigos y brillaba en otros aspectos en el fútbol.

 

 

En 2005, el astro de la pelota y Verónica Ojeda se conocieron en un casamiento de un amigo en común. Ella profesora de gimnasia, él, no hace falta explicarlo. Hubo una “onda” instantánea, un flechazo mutuo. Esa noche, charlaron, bailaron y comenzó su historia de amor.

 

 

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A la semana, Diego estaba sentado en la mesa familiar de Ojeda. ¿Dónde?, una vez más en el lugar que lo vio nacer: Villa Fiorito.

 

 

Al inicio fue un amor silencioso. Poco se sabía de ella, pocas fotos juntos había. Fue el tiempo que menos se supo de la vida personal de “El Diez”. El momento donde algunos consideran que más estuvo “cuidado”. Nada se sabía de sus adicciones, ni de fiestas, ni infidelidades.

 

 

Verónica había revelado en una entrevista: “Mi vida era él y todo el mundo sabe cómo estaba Diego. Cambió un montón, era casero y no salía para nada. Cuando lo conocí salía todas las noches”.

 

 

Pasaban los años y a ella se la seguía conociendo poco. Cuando Maradona fue director técnico de la selección Argentina en el mundial Sudáfrica 2010, recién ahí, pudimos saber un poco más de ella.

 

Ojeda fue la segunda mujer incondicional para “Dios”. Durante 8 años, lo cuido en silencio. Lo acompaño a internaciones, varias de ellas duraron meses e incluyeron afecciones cardíacas, pulmonares, problemas con el exceso de peso, cólicos renales y hasta una mordida de perro.

 

Pero había algo que generaría una enorme herida en el futuro que no se lo perdonaría su entorno familiar. En lo que duraba esta relación Diego estaba alejado de sus hijas Dalma y Gianinna.

 

 

En el 2009 la profesora de educación física quedó embarazada por primera vez, pero a los cuatro meses perdió al bebé. A diferencia de lo que ocurriría años más tarde, apenas supo lo que pasaba, el Diez que estaba en San Juan, se tomó un avión para acompañarla.

 

En 2012, Ojeda anuncia su embarazo. Una noticia que debería causar felicidad en una familia, aquí inició la guerra. Las hijas del “Diez” no estaban contentas con la llegada de un nuevo integrante.

 

 

Verónica había confesado que “Diego no quería volver a ser padre. Cuando le dije del embarazo, se fue a Dubai”. La ex del jugador, sufrió mucho. Decidió llevar adelante este embarazo sola, con la ignorancia del futuro padre.

 

 

“Diego me abandonó embarazada”, fue la frase que dolía en cada persona que la escuchaba.

 

 

El 14 de febrero del 2013, días antes de lo previsto, Verónica Ojeda dio a luz a Dieguito Fernando. Diego no estaba. Es más, lo conoció tiempo después y fue a visitarlo junto a quien ya era su nueva pareja y con quien había engañado a Ojeda: Rocio Oliva.

 

 

En el 2014, en un fugaz reencuentro en Buenos Aires, en un paréntesis en la relación entre Maradona y su última novia, Ojeda volvió a quedar embarazada y a las 14 semanas perdió a su bebé.

 

En abril del 2016 Dieguito Fernando fue operado, lo sometieron a una hidrocelectomia y para desilusión de su mamá, el papá del nene no apareció ni llamó: “Diego está al tanto de la operación, se lo dije a Matías Morla el sábado cuando me enteré y creo que él se lo dijo el miércoles pero no llamó para nada, en absoluto. No se comunicó para nada”.

 

Lamentablemente, así fue siempre la relación de Diego con su pequeño heredero. Lo veía muy pocas veces. El nene sufrió un problema emocional por la lejanía de su padre; algo que luego los acercó cuando Diego trabajó en México. Verónica se instaló en ese país para rearmar el vínculo padre- hijo, en medio de rumores, nunca confirmados, de que la ex pareja habría vuelto.

 

En medio de todo esto, Claudia, Dalma y Gianinna, jamás la quisieron. Siempre la acusaron de filtrar e inventar fotos e información para la prensa.

 

 

Pero la madre de Diego Fernando siempre tuvo un aliado en esa familia: “Don Diego”, el la quería e intentaba generar una relación más fluida entre ellos. El padre de “Dios”, tuvo mucho que ver en que Verónica se acercara a Diego Jr, y que ella hiciera que Maradona lo reconociera como hijo.

 

 

Una historia de ida y vueltas. Una madre que siempre luchó por su hijo, que jamás impidió el contacto de Dieguito con la familia de su ex, y que hoy, lucha para representar los derechos de su pequeño. Fue la que más estuvo presente en los últimos días de Diego, en su última internación y en su último adiós.

 

 

Un amor de vueltas, pero en fin, amor.

 

 

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