@LuisVenturaSoy
El domingo ya se estaba apagando cuando me sonó el celular. Yo estaba en mi casa, esperando una pizza grande de muzzarella, una cervecita, mientras miraba los últimos minutos de fútbol de la semana por televisión.
Era un domingo común y silvestre hasta que llegó la llamada. Era mi amigo Patricio Ricci que desde su teléfono me daba la noticia que nunca hubiese querido escuchar: “No me vas a poder creer, pero murió Mauro Viale”. Fue como un puñetazo arrasador a mi mandíbula. Estaba nocaut y tambaleante.
No quise creer lo que me había dicho, y al instante hablé al canal. Quería comunicarme con Liliana Parodi, la gerenta de América para preguntarle si sabía algo de Mauro. Y su respuesta, que no sabía nada de Viale, me generó más ansiedad, y me pidió que le diera unos minutos para chequearlo.
En un puñado de minutos, Parodi me confirmaba el deceso de Mauro Viale, un periodista de raza, un profesional que marcó un estilo en el arte de comunicar, el inventor de una forma de informar, un verdadero maestro de la noticia y el fundador de muchas escuelas periodísticas.
Un distinto. Con Mauro, o si preferís Mauricio Goldfard, como figura en su documento de identidad, se iba un referente de la información y un maestro del periodismo en todos sus géneros. Y en mi caso, sentí que perdía a mi maestro, a mi amigo, y a un hombre que no dejó de enseñarme sobre mi vocación y sobre la vida.
Con sus 73 juveniles años, Mauro no se cansaba de desplegar todas sus herramientas y conocimientos para que la primicia, la exclusiva en la transmisión en vivo y el dato exacto se conviertan en el denominador común de todos sus ciclos.
La placa televisiva de “Último Momento” no descansaba, siempre buscó contenidos diferenciados con su sello a lo largo de toda su carrera, tanto en la tele como en la radio.
Con el adiós a Mauro Viale se fue un periodista de la talla de los gloriosos de la pluma, la cámara y el micrófono como Héctor Ricardo García, Chiche Gelblung, Américo Barrios, Santo Biasatti, Alejandro Romay, Mario Gavilán, Tito y Jorge Jacobson, Jorge Lanata, Alfredo Leuco, Alfredo Bonato, Francisco Loiácono, Carlos Ferreyra, Aldo Proietto y Dante Panzzeri entre tantos periodistas que supieron lo que es una nota, un título, una tapa, un recuadro y hasta un epígrafe.
Desde ese infausto llamado con la noticia que nunca hubiera querido escuchar, se marchó mi amigo y mi maestro. Su profesionalidad no podrá ser igualada porque por sus características fueron únicas. Lo voy a extrañar. Te lo digo yo.
Por L.V.