Alrededor de 7.000 niños provenientes de distintos barrios de la Ciudad de Buenos Aires se congregaron ayer por la tarde en el Estadio Luna Park para participar de la misa arquidiocesana, presidida por el arzobispo de la ciudad, monseñor Jorge García Cuerva.
El lema de la misa, organizada por la Vicaría de Niños desde hace 37 años, fue “Llevamos en el corazón el tesoro de tu amor”. La ceremonia contó con la presencia y participación de obispos auxiliares y sacerdotes, quienes acompañaron a los chicos que están transitando el camino de la fe.
Durante su homilía, monseñor José Ignacio García Cuerva enfatizó que los niños tienen tres preciosos tesoros que han decidido compartir con Jesús: la alegría, la amistad y el perdón.
Al abordar el significado de su escudo episcopal, García Cuerva expresó su deseo de conocer a los presentes y les ofreció su corazón: “Deseo que mi corazón sienta todo, al igual que el techo de chapa de los más necesitados, que pueda experimentar sus tristezas, dolores, alegrías y esperanzas”, mencionó.
Refiriéndose a la Virgen María como su protectora, García Cuerva agregó: “La Virgen María, quien nos cuida, siempre nos lleva en su corazón porque somos su tesoro”.
Antes de la misa, se llevó a cabo una catequesis basada en la obra de teatro El Principito y en su mundo lleno de magia, relacionado con el concepto del tesoro del amor que todos llevamos en nuestros corazones.
Las ofrendas recolectadas durante la ceremonia se destinaron a apoyar al comedor “Madre Teresa de Calcuta”, situado en la parroquia Cristo Obrero y San Blas, en el barrio de Villa Soldati, que proporciona almuerzos diarios a alrededor de 150 personas en situación de calle.
Específicamente, el comedor necesita un freezer grande para guardar los productos e insumos de la cocina, y un horno grande para cocinar más porciones de comida simultáneamente. El dinero recaudado también será destinado para mejorar las instalaciones del lugar y así dar mayor respuesta a la demanda a los hermanos necesitados, que cada mes son más.
Desde la organización, pidieron a los concurrentes que llevaran una linterna y una bufanda (que podía ser de friselina), de 120 cm X 20 cm, que en el centro tuviera escrito lo que cada uno guarde como tesoro en su corazón.
Las fotos subidas con el hashtag #MisaNiños23 fueron compartidas en las redes sociales de la Vicaría de Niños y proyectadas en las pantallas gigantes del Luna Park el día de la misa.
Este gesto solidario fue importante ya que ayudó a los chicos a forjar una conciencia más solidaria, uniendo la fe y las obras. Además, cada contribución que entregaron los niños fue tomada como un reconocimiento de las necesidades sufridas por otros niños. Esto ayudó a los menores a fomentar una conciencia de solidaridad, uniendo la fe con las acciones concretas.
La tradición de la misa de niños es promovida por la Iglesia Católica en Buenos Aires a lo largo de los años y se convirtió en una ocasión significativa en la que miles de niños se reúnen para expresar su fe, compartir valores y contribuir a obras de caridad.
Anteriormente se celebraba en lugares como el estadio de “La Bombonera”, perteneciente al Club Boca Juniors, así como en los estadios de los clubes Ferrocarril Oeste y Vélez Sarsfield, además del Parque Roca en el barrio de Villa Lugano.
La misa tiene sus raíces en la idea de crear un espacio en el que los niños puedan participar activamente en la liturgia y aprender sobre los valores y enseñanzas de la fe católica de una manera accesible y relevante para su edad. El enfoque en los niños como protagonistas y participantes activos fue un componente central de esta iniciativa.
El contenido y el enfoque de la misa también evolucionó con el tiempo. Los temas abordados en las homilías y catequesis fueron variando y buscando conectar con los intereses y preocupaciones de los niños, a menudo utilizando elementos culturales y literarios relevantes para ellos.
La misa también es considerada una oportunidad para fomentar la solidaridad y el servicio a los demás. Su continuidad a lo largo de las décadas es un testimonio de su relevancia y éxito en involucrar a los niños en su fe de una manera significativa.
Además de ser una expresión de religiosidad, esta celebración también se convirtió en un evento que fortalece la conexión entre la fe y la acción solidaria, alentando a los niños a vivir los valores cristianos en su vida cotidiana.
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