por Dr. Jorge Laborda Molteni
Después de más de cien días de encierro y aislamiento social, algo que jamás hubiéramos podido concebir, debemos reconocer que vivimos tiempos que reclaman conocimiento, flexibilidad, creatividad y capacidad de adaptación a nuevas condiciones.
La adversidad e incertidumbre frente a la catástrofe epidemiológica por el coronavirus, es mucho más que un evento disruptivo y/o un cambio de paradigma, es un elemento catalizador de transformaciones profundas.
El mundo hoy es un hospital general, la enfermedad y la muerte por contaminación han vuelto a golpear a nuestra especie. Las empresas especialmente de salud fueron las que más rápido reaccionaron y por su músculo tecnológico tuvieron que reorganizar parte de su esquema de trabajo reiventándose.
En este contexto, la innovación, que no solo es tecnología, se transformó en una regla que obligó a aprender nuevas maneras de gestionar, reconvertir parte de los servicios y pronosticar escenarios, también prepararlos basándose en la mejor evidencia científica disponible cuidando a las personas en todas sus complejidades, resguardo del contagio del virus, su integridad mental, emocional, socioafectiva y económica.
Telemedicina, teleconsulta
Varias empresas e instituciones médicas trabajaban desde hacía un tiempo y realizado grandes avances en transformación digital orientada al paciente, también en recursos humanos y comunicación. En nuestra ciudad el Hospital Privado de Comunidad y, en el resto del país, los Hospitales Garraham pionero en telemedicina, Italiano de Buenos Aires, ICBA, Alemán, Grupo Oroño en Rosario, Instituto Zaldívar y Hospital Notti en Mendoza, El Cruce, CEMIC y Británico entre otras instituciones de salud de reconocido prestigio. Venían desarrollando en los últimos tiempos distintos proyectos de telemedicina y salud digital: asistencias remotas, videoconsultas, segunda opinión, prescripción electrónica, historia clínica electrónica (HCE) y capacitación a distancia con mayor o menor grado de avance.
La teleconsulta no reemplaza a la consulta médica presencial, la complementa y optimiza procesos. La telemedicina llena vacíos en la atención médica de baja complejidad, proporciona rápido acceso a los servicios, reduce la carga de viaje del paciente y la familia, disminuye costos, mejora algunos estándares de seguridad y atención, ofrece respuestas efectivas por cuestiones administrativas, lectura de resultados de exámenes complementarios, prescripción de recetas electrónicas. También permite el seguimiento remoto de la evolución de los pacientes ganando en prevención y comodidad, derivar al paciente a otra especialidad y establecer si una consulta requiere una evaluación presencial.
La consulta médica remota como todo acto profesional, con las mismas responsabilidades y registros auditables que la consulta presencial, debe ser remunerada a igual valor que la presencial. En Estados Unidos, el uso de los servicios de telesalud se ha expandido exponencialmente. ATA (American Telemedicine Association) está exigiendo a los Centros de Medicare y Medicaid y al Congreso para que eliminen las restricciones arbitrarias que limitan la cobertura de telemedicina, para que todos los beneficiarios puedan obtener este gran beneficio. Hoy Medicare paga a igual valor la visita presencial y no presencial.
Telemonitorización, enfermedades crónicas
La máxima prioridad de los sistemas de salud por estos días es atajar la crisis que está provocando el Covid-19 a nivel mundial. Este inmenso desafío asistencial y financiero, en un claro intento de aplanar la curva de contagios, también nos lleva a preguntarnos por el resto de las patologías. Muchos pacientes con enfermedades crónicas no transmisibles (EPOC, diabetes, enfermedades CV y oncológicas, entre otras), dejaron de ir a las consultas médicas programadas. Este hecho, sin ignorar otras posibles curvas en crecimiento, invita a buscar estrategias alternativas e innovadoras para garantizar la continuidad de la atención de los pacientes con enfermedades crónicas no transmisibles de alto impacto por su vulnerabilidad.
El oportuno empleo de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TICs), la telemedicina de manera complementaria resulta hoy mandatorio. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) entiende a las TICs como una oportunidad única para el desarrollo de la salud pública. De hecho en un documento de 2016 el organismo destacó que el fortalecimiento de los sistemas sanitarios a través de la e-salud “refuerza los derechos humanos fundamentales, aumentando y mejorando la equidad, la solidaridad, la calidad de vida y la calidad en la atención”.
La telemonitorización se ha convertido en un camino válido para el empoderamiento de los pacientes, favoreciendo diagnósticos y tratamientos oportunos y disminuyendo las emergencias e ingresos hospitalarios no planificados.
Recetas eléctrónicas
Favorecido por el crítico contexto, hoy más del 80% de los pacientes de atención médica utilizan este servicio para obtener sus medicamentos, lo que destaca su popularidad. Pocos días atrás, el Senado de la Nación aprobó por unanimidad la ley que regula las recetas y estudios digitales, proyecto que autoriza también la teleasistencia, aprobado con media sanción en la Cámara de Diputados y luego girado a la Cámara Alta donde se le dio sanción definitiva.
Desafíos
También hay grandes desafíos, preparación del personal, cambio de mentalidad de los usuarios que requerirán de habilidades nuevas y más sofisticadas, integración de los datos de Telemedicina en Historias Clínicas Electrónicas HCE, plataformas robustas, confiables, accesibles y seguras en cuanto a la protección de datos sensibles de los pacientes. Todas las actuaciones médicas deben quedar registradas en la HCE de las instituciones de salud. La atención virtual no puede ser improvisada ni un call-center de médicos.
En la Argentina había un vacío legal, la teleasistencia no figuraba en la Ley de Ejercicio de la Medicina y no estaba regulada. Esta ley recientemente sancionada, lo que viene a hacer es exigirle a los ministerios de Salud de cada una de las jurisdicciones, al Ministerio de Salud de la Nación la obligatoriedad de regular las plataformas, las prácticas de teleasistencia para que garanticen la protección de los datos y los derechos de los pacientes.
Conclusiones
El mundo va camino a poblaciones más longevas, con menos posibilidad de cuidados, más solas y portadoras de patologías crónicas. Estas características demográficas hacen necesario desarrollar herramientas que mejoren el acceso de la gente a la tecnología. La telemedicina ha llegado para quedarse y contribuirá a maximizar cuidados en esta nueva normalidad instalada, cambios que se venían insinuando y la pandemia contribuyó a acelerarlos. La telemedicina seguirá expandiendo sus servicios y mejorando las experiencias en medio de una aguda crisis de salud pública que está transformando la medicina. Lo que hasta ayer era necesario, hoy se torna imprescindible a fin de restringir al mínimo la incertidumbre. La salud y el futuro de la medicina, en su carácter multidimensional, trasciende lo biológico, está en manos de todos los actores sociales.
Nos ha costado siglos darnos cuenta que nuestro bienestar biológico, social y mental, la salud y la enfermedad no son meros accidentes en nuestra vida, corresponden a situaciones ecológicas, económicas y sociales que hacen parte del día a día, de los lugares que habitamos y que nosotros mismos creamos. No podemos darnos el lujo de estar quietos y distraídos frente a lo que se viene. Esta pandemia también está mostrando en forma palmaria lo importante que es contar con ciencia y tecnología para trazar políticas públicas basadas en evidencias.
(*): Consultor en Gastroenterología. Jefe de Servicio Gastroenterología Hospital Privado de Comunidad.